martes, 20 de agosto de 2013

Sida con héroe

desde su vacuo volumen guerrero
desde sus músculos y su poder
desde sus milenios de triunfos

me mira

desde sus pupilas perplejas
desde sus rosas incrustadas
desde esos camafeos crepusculares
piel opaca y ceñida
que buscan sus raíces
en el nombre desesperado
en la efemérides virósica del destino

me mira

desde su otroredad lineal
desde el relato en cruz de la sibila
desde la espada la espada clavada
de adentro hacia afuera
donde nunca la esperó
sintiendo desde el estupor de la pena
que el barco escorado hacia el poniente
de su cuerpo en negativo
ha cortado amarras
con las velas destrozadas
dejándolo con la mano extendida
y sus ojos magníficos
agrandándose a medida
que se internan encendidos en el cráneo rapado
donde aquiles se referenciaba
y su pueblo se expandía en la eternidad
mientras homero se disfumaba
sintiendo que la historia se torcía
y las sirenas perdían su sentido
desde allí me mira

me pide
desde el campanario de su pena
desde         
 el disvalor épico del afecto mínimo
sencillo
desde la inmortalidad degradada
de la piedra y el mar
me pide

-la carencia es un efecto despiadado
que le cruza seco la cara-

y este odiseo
de rostro en blanco y negro
con su piel herida desde adentro
pide
para no olvidar su nombre
para conseguir volver a los colores
pide
por unas monedas de futuro
pero la muerte de la inmortalidad
así de seca así de muerte
es una perspectiva tan cercana
que el tiempo visceral
rotando  negativo
es una espada feroz abriéndose paso
más allá de la columnas de hércules
y más allá
con los dioses en retirada
de su cuerpo
sus pupilas desconcertadas
intentando desgarrar
la vieja luz ahora que se aleja
y esas manchas sobre la piel exquisita
sello olímpico de lacre
haciendo soñar
sonidos de islas en el temporal
campanas de pena y oscuridades

-itaca está más allá del destino
cuando el destino cambia como los vientos-

él solo espera desde su anatomía desalmándose
un viento que barra la historia
un murmullo condescendiente de su madre
una orden brutal de su padre
que lo devuelva al origen
un mazo de barajas
que dé algún oro final
un mareo de siesta
una calesita girando
una pera de cuero inquieta
una sortija con su dedo ensartado

padre homero rey de reyes
nunca me enseñaste que el peor de los peligros
viene desde adentro

                                           Julio César Azzimonti